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POR UN MOMENTO EL PARAISO

martes, agosto 28th, 2012

En cuanto llega el calor del verano sentimos una necesidad imperiosa de aparcar  nuestras cotidianidad, marcharnos a otro lugar y disfrutar de eso con lo que soñamos todo el año y se llama “unas buenas vacaciones”. Cada uno llena sus maletas con sus propios deseos: el de vivir aventuras exóticas, conocer otras culturas y paisajes, de estar con la familia, de cometer excesos, hacer deporte, tener experiencias espirituales, hedonistas, sentimentales, sexuales o de estar en la naturaleza. También el de encontrar un lugar al que llamar paraíso.

El mío lo encontré en Deià, un pueblecito de Mallorca asentado en la ladera de una colina, de casas de piedra, calles empinadas y salpicado de buganvillas. Allí, camino a la cala y entre bancales estaba ese jardín soñado con limoneros, higueras, plantas de aloe vera, geranios, helechos, dedaleras, flores de azafrán, camomilas, peonías y romero.

Un lugar para poder pasear entre olivos centenarios, pinos, encinos, algarrobos, cipreses y chumberas mientras escuchas a lo lejos el balar de las cabras y el sonido de un cencerro.

 

Hacer fotos a los animales de la zona que para una urbanita como yo cualquiera le parece exótico.

Compartir en grata compañía risas, confidencias, una copa de vino y unos tentempiés de sobrasada.

 

 

Bajar a la cala, tumbarse en una piedra mojada y observar a la gente disfrutando de un día de playa.

Contemplando tanta belleza a veces mi felicidad era tan grande que hacía que me sintiera parte del Olimpo.

 

 Buceaba en el mar hasta lo más hondo que podía para luego emerger notando el agua resbalar por mi cuerpo y sentirme Nereida.

Pero a los dioses no les gusta que nos confundamos con ellos.

Castigan nuestra arrogancia y nos recuerdan que nuestra naturaleza es humana.

Por eso enviaron a las medusas. Me picaron cinco y mi piel mortal reaccionó al veneno, volví a casa llena de pupas y hecha unos zorros. Desde siempre ha sido así la relación entre los dioses y los hombres. Como a Ulises, al final lo que nos queda son las experiencias del viaje.
Ahora las maletas vacías esperan silenciosas a poder volver a llenarse.
Fin.

1-P.D: Este post está dedicado a Remedios que gracias a su hospitalidad pude disfrutar de unos días inolvidables en Deià. También a Patrick por ser un excelente  anfitrión y un gran conversador. Tampoco olvido al gallo Gilipollo que a pesar de que no quería, me tuvo que aguantar persiguiéndolo para hacerle fotos.

2-P.D: La otra persona a la que está dedicado este post a mi amigo Justo Mon, uno de los más fieles seguidores de este blog, que con sus comentarios siempre fue un estímulo. Las olas del mar de su querida Galicia rompen en lágrimas porque el surfista punk ya nunca volverá a cabalgarlas. En este rincón del ciber espacio siempre se le echará de menos. Lo poco que compartimos fue un buen amigo.

3-P.D: Si deseas ver las fotos de los personajes en formato slide visita mi web http://www.tolacastillo.com/index.htm en la galería de «Ellas» que se encuentra en la pestaña de «Otras vidas» y en el de «Panorámicas»