«No ver, no decir, no oír»
Hay un refrán que dice: “ojos que no ven, corazón que no siente”. Otros te enseñan que a veces por querer ver lo que quieres te llevas a engaño, y que hay gente especialista en percibir la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
Hay dichos que te recomiendan oír a todos y creer a pocos, porque un hombre de virtuosas palabras no es siempre un hombre virtuoso, así que es mejor seguir a las ideas que a las personas. También dicen que algunos oyen con las orejas, otros con el estómago y los hay que con el bolsillo. Algunos no lo hacen en absoluto, porque no hay más sordo que el que no quiere oír.
El refranero también te recuerda que una es esclava de sus palabras y reina de sus silencios. Que benditos son los que no teniendo nada que decir resisten la tentación de hacerlo, porque es mejor tener la boca cerrada y parecer que no tienes ni idea, que abrirla y disipar todas las dudas.
«Tentaciones»
Uno de mi cosecha es:
No caigas en todas las tentaciones, que se engorda mucho más rápido de lo que se adelgaza.
«Fiesta»
Pero para ser feliz de vez en cuando hay que hacerle caso a Oscar Wilde cuando afirma que “El único modo de salvarse de una tentación es ceder a ella. Nada queda entonces más que la satisfacción, o la voluptuosidad del arrepentimiento” y hacer fiesta.
«Con los ojos como huevos fritos»
Pero a pesar de que una intenta ser zen y seguir todos esos sabios consejos como el que manifiesta que “si los hombres han nacido con dos ojos, dos orejas y una sola lengua es porque se debe escuchar y mirar dos veces antes de hablar” y procuras “atender con la cabeza y hablar con el corazón”, hay cosas que pasan a nuestro alrededor que te dejan con los ojos como huevos fritos y, “como cada pajarito tiene su higadito”, a veces todos tus órganos te piden a la vez que grites alto y claro lo que piensas.
«Ver, oir, gritar»
Como decía Joan Baez: «Si no peleas contra la corrupción y la podredumbre, acabaras formando parte de ellas». Y como de eso en España vamos sobrados, y los que nos gobiernan son conscientes, para mantenernos ciegos, sordos y mudos, quietecitos e ignorantes, nos quieren imponer una ley mordaza, de la que diría Gandhi: «cuando una ley es injusta lo correcto es desobedecer».
Fin