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MALDITA PANDEMIA

sábado, octubre 17th, 2020
«La dama enmascarillada»

Mientras estábamos en pleno confinamiento vi la película surcoreana Parásitos, dirigida por Bong Joon-ho. En ella la familia Kim, que vive en un pequeño apartamento en un semisótano y se ganan la vida con trabajos temporales mal pagados, después de haber conseguido colocarse todos como empleados en casa de la rica familia Park, gracias a un estudiado plan lleno de mentiras y marrullerías, cuando ya se ven felices en su nuevo estatus,  durante un  día lluvioso  y lleno de imprevistos, se les empieza a complicar todo y salir mal. Después de una serie de peripecias que los dejan exhaustos, pero confiados en que se habían salvado de ser descubiertos, cuando vuelven a su casa empapados por la lluvia, se la encuentran inundada por las aguas residuales que no han podido contener las alcantarillas debido al diluvio. Esa noche la tienen que pasar en un polideportivo junto a todos sus vecinos. En ese momento el hijo le pregunta al padre:

-Y ahora, ¿cuál es el plan?-. El padre cabizbajo le responde:

-¿Qué plan? El único plan es que no hay plan. ¿Sabes por qué? Si haces un plan, la vida nunca funciona así. Mira a nuestro alrededor. ¿Acaso pensaron esta gente en, «Pasemos la noche en un gimnasio»? Pero mira ahora. Todos están durmiendo en el suelo, nosotros incluidos. ¿Sabes qué tipo de plan nunca falla? El no tener ningún plan. 

Ya sé que es una versión libre, pero es la versión de lo que en esos momentos la película me estaba diciendo directamente a mi, agazapada en mi cama, con todos mi vida patas arriba, sin poder hacer nada por culpa de esta maldita pandemia.

Coronando la cima del Toumalet

En una sociedad tan adicta a la hiperactividad, a la constante búsqueda de emociones y la necesidad de ir acumulando experiencias una tras otra, de pronto cada uno, con sus propios condicionantes y miedos tenía que aislarse en su cubículo, sin saber exactamente como reaccionar, extrañados y desubicados frente a un enemigo invisible. 

«Asfixia«

Conocimos la asfixia de tener que restringir nuestros movimientos, la de perder la espontaneidad en las muestras de afecto, la de la responsabilidad de no contagiarte para no contagiar, la de que la soledad se haya vuelto más soledad, la de no saber qué será de nuestro futuro. La del miedo a que te manipulen y a perder la libertad. La de no saber cuándo esto terminará.

«La fuerza interior»

Durante el confinamiento, para mantener la calma, muchas veces me repetía a mi misma: No pienses demasiado, déjate fluir. Blíndate ante tanto ruido y crispación. Asume lo poco que sabes, escucha las voces adecuadas, ejercita la paciencia para no discutir estupideces y teorías delirantes, no te dejes arrastrar. Olvida tu individualismo, ahora toca hacer las cosas bien.

 La cínica que llevo dentro me contestaba:

-¡Qué fácil es teorizar!

«Pajareras Fase 1»

Justo antes del confinamiento los pajareros pegados a sus prismáticos, habían estado siguiendo los pasos migratorios de bandadas de grullas, que con su incesante trompeteo, abandonaban la península para criar en las tierras del norte. La naturaleza siempre sigue sus ciclos y este año, lejos de sus ojos, los somormujos practicaron sus ritos nupciales. Cuando finalmente pudieron volver a disfrutar de ese placer tan íntimo de observar pájaros, más allá de los que pasaban enfrente de sus ventanas, los pollos ya estaban crecidos.

«Pajareras Fase 2»

Ahora ya están volviendo las grullas a sus zonas de invernada, pero para nosotros parece que ha pasado un siglo.

Esta maldita pandemia va a durar más de lo que teníamos pensado. Hemos normalizado las mascarillas, el hidrogel y la distancia social. Nos perimetran y nos restringen los horarios pero los contagios no dejan de aumentar. Mientras el cansancio y la preocupación van haciendo mella.

«Arroz blanco»

Durante el tiempo que las grullas iban y venían, hemos oído a los políticos montones de veces decir que con la pandemia nadie se iba a quedar atrás, pero ahora que estamos en plena segunda ola, ya hace tiempo que sabemos que eso no es verdad, que muchos no entramos dentro del cuadradito de ningún formulario, que nos toca salvarnos solitos como buenamente podamos.

«Arroz blanco»

Hace ocho años hice esta foto. En esa época la marea blanca, la verde, la roja, la naranja se echaba a la calle en protesta por los recortes públicos y las privatizaciones. Se titula «Ninja herida por los recortes»

De esos lodos vienen estos barros y ahora la película se podría titular

«La violinista del Titanic»

Por suerte para mi, al menos me quedan los pájaros. Levantar la vista al cielo y maravillarme mientras me pregunto:

-¿Qué se sentirá al volar?

«La violinista del Titanic»

EUROPA PIGS

sábado, octubre 6th, 2012

«La indolente Europa del Sur»

Erase una vez  que se era una tierra antigua, cuna de la cultura de Occidente, alegre, sensual y soleada, habitada por gente amante  de las expresiones colectivas de sentimientos, la buena mesa y el vino, que un día se levantó nublada. Ahora que se había apoderado de ella una niebla gris, ya no era más la bella Europa del Sur  si no la Europa PIGS. La “S” correspondía a Spain,  país que se caracteriza por la variedad de culturas que lo componen y que, por esa heterogeneidad, intentar explicarlo es un lío.

«Europa PIGS»

Parece ser que la cosa ya se venía venir de lejos. Todos sus políticos decían que sabían lo que tenían que hacer pero la verdad es que cuando habían gobernado unos, no la habían querido verla venir, y cuando lo estaban haciendo otros, sus promesas tampoco servían porque también habían sido hechas a ciegas y no les quedaba más remedio que improvisar.


«Teleoperador»

Entre los políticos del color que fuesen, había mucho listo que no se había enterado que con el voto el pueblo los contraba para que gestionaran bien el país, no para llenarse los bolsillos, despilfarrar y favorecer a los suyos, que a cambio siguen mirando para otro lado y nunca se depuran responsabilidades. Incluso hasta la Familia Real, elegida a dedo por Dios para ser nuestra guía y ejemplo pasaba tres cuartos de lo mismo. A esa fiesta también se unieron bancos y especuladores del ladrillo hasta que un día la burbuja estalló y se nos comunicó que estábamos en la ruina. Que todos habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades y que la única solución era endeudarnos por varias generaciones. Que lo primero que había que salvar era a esos mismos bancos que en su vida habían perdonado a nadie ni una puta letra de sus hipotecas y que habían estafado a miles de familias con sus participaciones preferentes.

«Flexibilidad laboral».

El dinero vendría de la otra Europa a través del FMI (que en realidad en parte también es nuestro). A cambio nos pedían que demostráramos que éramos capaces de pagar los intereses de lo que les deberíamos, así que nuestros queridos gobernantes sacaron las tijeras para recortar de todas partes con la fantasía de que eso generaría ahorro, mientras crece y crece la cola del paro, el país va tirando bajo mínimos y encima  pagamos más impuestos.

 

«El fin de los derechos del trabajador».
Las personas en mayor situación de precariedad fueron las primeras en notarlo. Se está desmantelando el sistema de salud y de educación para después privatizarlo. De pronto toda la lucha que ha costado a generaciones para crear un sistema social se está yendo al garete. También se les han recortado los derechos de los trabajadores y  sus nóminas.
 «Vuelve el botijo»

A la cultura y la ciencia directamente le tiraron un escupo en el ojo y a nuestros hijos les pintan un futuro muy negro. También a nosotros para cuando seamos viejos. Se vuelve a hablar de emigrar, desahucios y pobreza: de una España en blanco y negro.

 

«Ninja herido a tijeretazos»
Todos los hogares están tocados y el ciudadano se echa a la calle para hacerse oír, cada gremio con su color de camiseta, cada vez con más rabia. La gente está muy enfadada, se siente estafada, impotente y con miedo.

 


 «La llama de la esperanza»

Todos sabemos que este cuento acaba de empezar pero yo no puedo acabar este relato sin dejar una puerta abierta a la esperanza. Esto también nos tiene que hacer replantearnos cuales son nuestros valores y estilo de vida. A qué mundo aspiramos. Debemos cuidar de que la luz de nuestra bella Europa del Sur no sea engullida por las tinieblas, para ello lo único que nos queda es creatividad e ingenio.
FIN